Sí, Albert Einstein también era un inventor. Nunca fue una parte principal de su trabajo pero se lo tomaba en serio. El Refrigerador de Einstein Sin embargo, sigue sonando un poco estrafalario que el hombre que nos dio E=mc2 y encorvó el espacio-tiempo se estuviera preocupando por mantener la leche fría. Todo comenzó cuando Einstein leía horrorizado la noticia en un periódico Berlinés de la muerte de una familia completa: padre, madre e hijos. Habían sucumbido durmiendo porque vapores venenoso de su refrigerador se había escapado del compresor e inundó toda la vivienda intoxicándolos de muerte. En aquellos tiempos los primitivos refrigeradores existentes eran extremadamente peligrosos porque los gases que comprimían los compresores eran: amoníaco, dióxido de azufre y metilo de cloruro. Todos altamente tóxicos. Con la mentalidad titánica de estos dos colosos trabajando en la reingeniería de dicho artefacto, iba a ser difícil que el refrigerador se resistiera. La idea era eliminar las partes mecánicas que se mueven en el “motor” del refrigerador pues como se sabe, las que se mueven sufren desgaste con el tiempo y llega un momento que, desgastadas, dejan escapar gas. Así las cosas, ambos científicos usaron sus considerables conocimientos de termodinámica y pusieron manos a la obra. Después de algún tiempo llegaron al siguiente diseño: sellaron un recipiente metálico en forma de cilindro, antes lo habían llenado de metal líquido y gas refrigerante; en el exterior del cilindro enrollaron un alambre eléctrico en forma de espiral, bobina. Cuando variaban el campo magnético en el alambre (le pasaban corriente eléctrica alterna, la que cambia de positiva a negativa) el metal dentro del cilindro se movía en una dirección o en la contraria. El movimiento del metal líquido dentro del cilindro, alternativamente, comprimía y dejaba expandir al gas. De esta manera lograron un compresor sellado sin partes girando y desgastándose. Como sabemos, la compresión y expansión de un gas produce calor y frío, tomando el frío, se fabrica la nevera. En 1926, Szilárd, ayudado por Einstein que se sabía el procedimiento de solicitud de patentes de memoria. Depositaron la primera de muchas (más de 45) solicitudes de patentes. El 31 de julio de 1931, su primer refrigerador funcionó como magia, no utilizaba electricidad y reducía considerablemente los gases de efecto invernadero. Y, ¿qué pasó que hoy no los estamos usando? Pues que vendieron su patente a las firmas AB Electrolux, sueca, y a A. E. G., alemana, por la suma del equivalente a 750 dólares. Esas firmas compraron la patente para evitar la competencia con sus propios diseños, por tanto, engavetaron la de Einstein-Szilárd. Aun hoy en día los refrigeradores modernos son muy perjudiciales para el medio ambiente y es por eso que científicos de la Universidad de Oxford desde hace varios años, están tratando de desarrollar un refrigerador que funcione sin electricidad basado en el antiguo invento de Einstein-Szilárd. Fuente: patentesbrillantes.com
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