Ludwig van Beethoven pasó gran parte de su vida en Viena. Fue aquí donde recibió su formación musical y donde se escapó varias veces para comer. También fue su preciado refugio cuando la sordera hizo acto de presencia como limitación importante (aunque en ningún momento su eficacia artística).
Viena no era solo esa ciudad distinguida donde se concentraba la élite musical de la época. Así, algo que tiene ese bello escenario situado a orillas del Danuvio son sus bosques. Caminos llenos de luces y penumbras, de humedad y misterio en esa parte más septentrional de la cordillera de los Alpes que Beethoven recorrió a diario en soledad. ¿Su propósito? Relajar la mente y, a su vez, empaparse de sensaciones e incubar ideas.
Proceso de absorción y etapa de síntesis
El hábito de Beethoven para potenciar la creatividad consistía en dos etapas: la fase de absorción y la fase de síntesis. El compositor llevaba a cabo una rutina casi militar en cuanto a ese proceso que debía inspirarle las más evocadoras y poderosas composiciones musicales.
La fase de absorción consistía efectivamente, en largos paseos por los valles y los bosques vieneses. Él lo tenía claro, la inspiración no le llega a nadie estando sentado, porque la mente requiere movimiento para afinarse, para expandirse y a su vez, conectar unas ideas con otras. Para ello, nada mejor que largas caminatas donde cansar los pies y dejar que la naturaleza abrigue el cuerpo y la mente. Asimismo, era necesario llevarse papel y boli para ir apuntando las ideas que se presentasen.La segunda etapa era la síntesis. Consistía básicamente en analizar todas esas composiciones que había reflejado en su cuaderno y entonces sintetizar, cribar y elegir las mejores ideas. Esta tarea la llevaba a cabo cada día de manera rigurosa, dándole como bien sabemos, grandes resultados.
¿Es efectivo el método que llevaba a cabo Beethoven?
Cuando uno termina el libro Daily Rituals: How Artists Work descubre que hay una serie de claves que la mayoría de las mentes creativas comparten. Así, figuras como Charles Darwin, Jane Austen, Nikola Tesla, Federico Fellini, Gustav Mahler, etc, llevaban a cabo unas mismas conductas que propiciaron sin duda su éxito personal y su trascendencia en el mundo del arte.
Estas serían algunas de esas estrategias:
Elevado compromiso en ellos mismos. Dedicaban muchas horas a su labor y mantenían a su vez, una rutina estricta.El ejercicio regular, siendo las caminatas una parte clave de sus rutinas.Gran parte de estas mentes creativas son madrugadoras. Esto se debe a que por término medio, ven la mañana como eras horas donde su creatividad está más afinada.
El hábito de Beethoven para potenciar la creatividad y lo que dice la ciencia
Como podemos ver, el hábito de Beethoven para potenciar la creatividad no se diferencia demasiado de lo que llevan a cabo el resto de artistas. Así, estudios, como el llevado a cabo por expertos como la doctora Marily Oppezzo, científica de comportamiento y aprendizaje de la Universidad de Stanford, señalan que las caminatas al aire libre tienen muchos beneficios cognitivos. Uno de los más importantes es potenciar el pensamiento creativo.
Beethoven lo sabía bien y lo llevaba a cabo a diario. Sin embargo, había algo que el célebre compositor también tenía muy claro, y es que no basta con quedarse con esas ideas al azar que surgen durante los paseos. El auténtico trabajo llega después, porque la inspiración que se combina con un trabajo analítico siempre trae mejores resultados.
No todo son momentos Eureka, no todo es dejarse llevar por los susurros de las musas. La creatividad necesita disciplina, requiere férreas rutinas, compromiso y un trabajo diario donde pulir cada diamante que nos regala nuestro fabuloso cerebro.
«La creatividad es una mente salvaje y un ojo disciplinado».
-Dorothy Parker-
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